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Decían los antiguos que la melancolía era una enfermedad, la«enfermedad melancólica», y que era debida a la bilis negra, unasustancia quimérica, que ascendía desde el bazo al cerebro y losecaba, cosa que le pasó a don Quijote y por eso perdió el juicio. Ennuestros días, el modelo psicopatológico declara que muchos de losproblemas como la depresión, las fobias, las disfunciones sexuales,las crisis de pánico, oír voces o los intentos de suicidio, sontambién una enfermedad, una patología o una psicopatología. Inclusoesta declaración patológica se ha ido extendiendo, y amenaza conseguir haciéndolo, a muchas otras experiencias de la vida que nuncaantes habían sido consideradas ni siquiera como problemas, sino comoexperiencias propias del vivir de cada día que a menudo conllevandolor y sufrimiento, como el duelo por la muerte de un ser querido, la pérdida del deseo sexual o la falta de motivación para hacer cosasque antes nos ilusionaban. No existe ninguna evidencia científica de que estos problemas sean una enfermedad, una patología mental o una psicopatología, ni de queestén causados por un supuesto desequilibrio de los neurotransmisorescerebrales, como tampoco lo estaba la melancolía por un supuestodesequilibrio de la bilis negra. Declarar que una persona tiene una enfermedad porque se sientedeprimida, tiene miedo a salir de casa u oye voces que le amenazan esuna quimera de diagnóstico, porque asigna una enfermedad inventada yporque además expropia a esas experiencias su significado vital y hace más difícil comprenderlas y entender las vicisitudes de la vida quehan llevado a las personas a vivirlas. (cont)